12.01.2009

Soy la Domitila, Domi para los amigos

-Señora, ¿me puede decir la hora, por favor?-
Con estupor escucho estas palabras de boca de un adolescente cargado de granos y no puedo evitar contestar: -Señora lo será tu madre, guapo.- Ante semejante exabrupto el pobre se queda con los braquets al aire y debe de pensar que soy una vieja neurótica.

Horas más tarde, desnuda ante el espejo hago examen de conciencia, pero no tengo ni pizca de constricción ni propósito alguno de enmienda.

Aunque pronto cumplo cuarenta años no encuentro ni una sola arruga de expresión, ni pata de gallo en mi rostro, tengo canas, eso sí, pero ya las tenía con veitne años, para mi 1.65 metros de altura, los 64 kgs. que peso me hacen estar buenorra y aunque he sido madre tres veces, las tetas no se me han caído, siguen ahí, desafiando la Ley de la Gravedad, ¿señora yo? y una mierda pa ti.

Vivimos en un pueblo, Sietes, en una casita baja, mi hija adolescente, fruto de mi primer matrimonio, mi marido actual y dos bestias pardas de hijos que he tenido con él, también tenemos dos gatos, un perrazo en el patio, un canario, dos tortugas y hormigas, éstas se han invitado solas, los demás son adoptaos.

Soy concejala, que suena un poco como a ¿cuala?, la Pascuala, pero es lo que tienen los pueblos, que la gente te llama como le da la gana y bien que hacen. Eso me permite ganarme la vida cómodamente y mirar al futuro con optimismo, por lo menos durante los próximos cuatro años, si fracasa mi aventura politiquera volveré a mi ciberdespachito de abogados, lo que me permitirá seguir ganándome la vida, aunque menos cómodamente.

Mi ex marido es un imbécil, es lo que tiene casarse joven y enamorada, que cuando te despiertas del ataque de la feromona te encuentras viviendo con una acémila, menos mal que se inventó el divorcio, que todo lo cura. De aquel error de juventud me queda una hija fantástica y muchas mañas para sacar adelante mi actual matrimonio con un hombre inteligente, bueno, generoso y atento, ah, no os he dicho que además es guapo, ¿qué más se puede pedir?, aparte de que fuera rico, eso ya sería abusar, creo yo.

Tengo cuatro hermanos, dos hermanos y dos hermanas, unos padres ya mayorzotes, una abuela nonagenaria y varios tíos y primos entre los que hay de todo, como en botica. Disfruto de pocas y buenas amigas íntimas y algún amigo íntimo, que a estas alturas de la vida, tiene su mérito. No tengo ni tiempo, ni ganas de hacer nuevos, ahora todo el que se me arrima acaba como máximo en la categoría de amistad, que es mucho menos exigente que la de amigo, aunque en su mayoría no pasan de simples conocidos.

Los que me conocen dicen que tengo demasiada imaginación, los que no me aprecian lo elevan a que tengo muchos pájaros en la cabeza, de pequeña mi madre me llamaba Antoñita la Fantástica, pero yo os juro por Arturo, el que se comió el duro, que todo lo que he dicho hasta ahora es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad y que así seguiré en adelante.

1 comentario:

  1. Puntualización: las chicas del pueblo te llamábamos antoñito, porque te tirabas toooodoo el dia jugando al futbol con los chicos. Y menudas patadas dabas... hasta que te salieron las t... que creciste, vaya. Y se te quitó el marimachismo de encima y te quedaste con el Botijero, el más guapo del pueblo. Imbécil, si, pero guapo a rabiar. Qué mal envejeció él, y qué mona estás tú!

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