2.08.2010

A propósito de Domi

Como ya llevo un tiempecito escribiendo, siento la necesidad de explicar qué cosas me gustan, me emocionan, me tocan el corazón y una de ellas es la copla.

Si, habéis leído bien, la copla me encanta, no se si porque me la ponía mi abuelo de chica en los interminables viajes de antaño, con esas carreteras de un carril por sentido, esos camiones con velocidad limitada a 80, esos seat sin aire acondicionado, por esos puertos de montaña llenos de curvas y esas vomitonas porque el mareo era casi reglamentario... no se si porque en la copla está la verdad de la vida, la sabiduría de antaño o porque soy muy melodramática, que me dice mi hermano, pero la copla, me encanta.

En la copla se encuentran las mayores y más tremendas declaraciones de amor, "que se me paren los pulsos si te dejo de querer, que las campanas me doblen si te farto alguna vez", o "por ti yo sería capaz de pedir limosna de matarme y de matar" o "porque hasta el pulso se me desvocó y toda mi sangre se puso de pie"
¿A vosotros alguna vez se os han parao los pulsos por alguien o se os ha puesto la sangre de pie? A mí si y el que no haya sentido nunca un amor tan grande que no le quepa en el pecho no podrá entender mi amor por la copla.

Pero es que en la copla también se encuentran las venganzas más rotundas: "Pero al cabo de los años lo ha castigaito dios...hoy lo he visto llorando a mi vera por un desengaño lo mismo que yo", "los hombres que no son hombres pa cumplir con las mujeres tenían que tener la lengua como un cuchillo clavá"...

Y por supuesto está el desamor, "dime que me quieres, aunque no lo sientas, aunque sea mentira pero dimelo", "a una fragua yo me echara pa salir purifica y de nuevo tu en mis ojos te volvieras a mirar", "pena, ay, haberte querido tanto y ahora beberme este llanto a solas"...

El padre de las letras más bonitas de la copla es sin duda Rafael de León, aquí os dejo su romance más intenso
Pena y Alegría del Amor

Mira cómo se me pone
la piel, cuando te recuerdo...

Por la garganta me sube
un río de sangre fresco,
de la herida que atraviesa,
de parte a parte mi cuerpo.
Tengo clavos en las manos,
y cuchillos en los dedos,
y en mi sien, una corona
hecha de alfileres negros.

Mira cómo se me pone
la piel ca vez que me acuerdo
que soy un hombre casao
¡y sin embargo, te quiero!

Entre tu casa y mi casa
hay un muro de silencio;
de ortigas y de chumberas,
de cal de arenas y de viento,
de madreselvas oscuras
y de vidrios en acecho.
Un muro para que nunca
lo pueda saltar el pueblo,
que anda rondando la llave
que guarda nuestro secreto.
Y yo bien sé que me quieres,
y tú sabes que te quiero,
y lo sabemos los dos,
y nadie puede saberlo...

¡Ay, pena, penita, pena
de nuestro amor en silencio!
¡Ay, qué alegría, alegría
quererte como te quiero!

Cuando por la noche a solas,
me quedo con tu recuerdo,
derribaría la pared
que separa nuestro sueño.
Rompería con mis manos
de tu cancela los hierros
con tal de verme a tu vera,
tormento de mis tormentos,
y te estaría besando
hasta quitarte el aliento.
Y luego... ¡qué se me da
quedarme en tus brazos, muerto!...

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!
Nuestro amor es agonía,
luto, angustia, llanto, miedo,
muerte, pena, sangre, vida,
luna, rosa, sol y viento.
Es morirse a cada paso
y seguir viviendo, luego,
con una espada de punta
siempre pendiente del techo.

Salgo de mi casa al campo
sólo con tu pensamiento,
por acariciar a solas
la tela de aquel pañuelo
que se te cayó un domingo
cuando venías del pueblo,
y que no te he dicho nunca,
mi vida, que yo lo tengo;
y lo estrujo entre mis manos
lo mismo que un limón nuevo,
y miro tus iniciales,
y las repito en silencio
para que ni el campo sepa
lo que yo te estoy queriendo...

Ayer, en la Plaza Nueva,
- vida, no vuelvas a hacerlo-
te vi besar a mi niño,
a mi niño, el más pequeño,
y cómo lo besarías,
¡ay, Virgen de los Remedios!
que fue la primera vez
que a mí distes un beso.
Llegué corriendo a mi casa
alcé mi niño del suelo
y, sin que nadie me viera,
como un ladrón en acecho,
en su cara de amapola
mordió mi boca tu beso,

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!

Mira: pase lo que pase,
aunque se hunda el firmamento,
aunque tu nombre y el mío
lo pisoteen por el suelo,
y aunque la tierra se abra,
aun cuando lo sepa el pueblo
y pongan nuestra bandera
de amor a los cuatro vientos,
¡sígueme queriendo así
tormento de mis tormentos!

¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!

2 comentarios:

  1. Ayss qué sentimiento!! Yo no soy de copla pero es verdad que la letra de ésta, por ejemplo, es para que se te pongan como escarpias.

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  2. Me gusta toda la música que me transmite sentimiento. Y aunque no soy seguidor de la copla, cuando oigo una de las que te ponen el vello de los brazos para colgar llaves; me detengo a disfrutarla, y a dejarme invadir por todos los sentimientos que tenga.
    Y de Rafael de León...una voz que recite bien y una guitarra de fondo...
    Salu2

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